lunes, 13 de marzo de 2006

Aliento

Antes que el cielo se caiga,
antes que el viento y la lluvia
borren para siempre
sus ojos de mi alma.

Antes que todo sea ruin,
antes que bajen las sombras
que todo lo innombran.

Antes, mucho antes que
nada se apiade de mí,
voy a posarme en su boca,
y sentir que sí me toca,
esta vez, amar así.

Voy a encantar la pasión,
hechizar el corazón,
y hasta detener el tiempo,
en el preciso momento
en que lo conocí.

Quiero que seque mis lágrimas
con las yemas de sus dedos.
Me alimente de deseo
y respire desde mí.

Quiero que nunca haya fin,
inundándome de usted.
Quiero beberlo y comerlo
y dedicarle mi cuerpo
como un territorio nuevo.
Invitarlo a recorrerlo
y a que se quede a vivir.

Antes que sea muy tarde,
que se conviertan en barro
mis venas llenas de sangre,
voy a minar esta tierra
y esperarlo al otro lado.

Y cuando ya nada quede,
ni la sombra del intento
ni el recuerdo de lo que siento,
le ruego a la misma muerte
poder vivir en su aliento.

Escarcha

Si sólo al dejarlo
apagara el incendio
de bosques y prados.

Si por no quererlo,
brotara agua clara
de piedras volcánicas.

Si para el fin
de los males del mundo,
con no extrañarlo alcanzara.

Si la música y risa existieran
solamente si dejo de amarlo.
Si para que amanezca,
debiera olvidarlo.

Entonces prefiero la guerra,
la tortura, el horror, el tormento.
Entonces prefiero el espanto,
el dolor, el silencio, la escarcha.
Entonces elijo lo oscuro,
la lluvia, los gritos y el llanto.

La rima

Atinar a recordar
los males y el dolor.
Intentar resucitar
aquella sensación
que inhibe todo error,
es probar diferenciar
los amores, del amor.

Y rogar salir ileso
al final de ese suceso.

Imposible realizar,
a esta altura,
tal proeza.
Porque
me largo a llorar
hasta cuando
me besa.

Improbable,
ingobernable
es la ley de la razón.
Sólo fija la intención,
y después
manda el amor.

Y uno se juega en suerte
sobrevivir o la muerte,
y es que me largo a llorar
si usted me mira fuerte.

Y después la indiferencia,
la soledad, la amargura
de sentir que su mirada,
no me sigue a tanta altura.

Olvidarme quiero urgente
estos delirios de muerte.
Exijo resurrección
con forma de otra ilusión,
que se lleve a cabalgar
estas ganas de llorar.

Pido que llegue sin ver,
en puntas de pies y manos,
con esfuerzos sobrehumanos
para no retroceder.

Y encontrarlo de repente,
sin darme cuenta que puedo
volver a sentir de nuevo,
esas caricias de fuego
que escarchaban lentamente,
de arriba abajo mi piel.