miércoles, 4 de julio de 2007

Fibra de piel

Necesito escribir sin saber ni siquiera a qué atenerme, sin saber distinguir entre escritura de lenguaje, de lengua y de habla, de invento y de real academia. Sólo palabras, mías y tuyas, de quien las lea.
Enmudecer para mí sería catástrofe, sería condena al infinito, y desear la muerte. Prohibirme las palabras sería mucho peor que morir. No jugar y catarsis, y así las teclas que sigan solas. Necesito seguir sin conocer el desenlace. No sé a dónde voy con las palabras.

Aunque siento que ellas me manejan a mí, me pronuncian y me llevan sin consultarme, me siento transportada, conducida hacia dónde. En un remolino de palabras sin sentido que lastiman o desprecian y no pasan desapercibidas. Y al fin de cuentas, quién soy?
Soy sólo esto, un ovillo de palabras mal aprendidas? O soy un poco más que no se anima a espiarse por el miedo a verse para adentro? El espejo me desnuda.
Es mejor así, seguir en las sombras, que esconden las heridas. Imborrables. Pero está bien, porque sino, para qué servirían las heridas, si fueran cicatrizables.
Aunque últimamente... en cada una de ellas me brota un líquido verde. Al menos renace, al menos no está podrido, para tirar. Ni maduro, para comer. Antes fue rojo, carmín, como debe ser, después negro y ahora de nuevo verde. Será que estoy renaciendo? Es clorofila que sale de mis venas? Es fibra de piel?

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