domingo, 24 de enero de 2010

Paisaje

Elegir un lugar igual al mío, que me recuerde a tal o cual esquina sería engañar al corazón y a los sentidos. Sentirme como en casa sin ser casa, no me parece algo concedido. Sería disfrazarlo sin cambiar, manipular, sería cobarde. Sería débil.
Los recuerdos están siempre y es mejor guardarlos separados. Prefiero saberme lejos y distinta, prefiero reconocer las diferencias.
Si es que nunca voy a olvidar esa baldosa que está floja y que salpica, y uno tiene que esquivar. Ni una sola sonrisa ni una cana, ni unos pasos ni frases ni silencios.
Incluso muchas otras olvidadas afloran de golpe y sin aviso, cuando uno no creía recordarlas. Entonces se posan ahí, en la retina, esperando ser nombradas.
Y la verdad que uno no quiere nombrar nada, porque es abrir la puerta para no ir a jugar.