martes, 10 de octubre de 2006

Entrega

Vertiginosos caminos
que me haces recorrer
para encontrarte,
amor errante.

Riesgo y miedo que deliro
y me enfermo de suspiros,
sólo para poder besarte,
amor sangrante.

Para poder protegerte,
y curarte las heridas,
no fui yo pero las salvo.
A cambio de que me guardes
amor salvaje.

3 comentarios:

Sebastián Verea dijo...

¿En qué metal debemos golpear para que un día seamos abrazados por el sonido de la unidad? ¿Estaremos dispuestos a soportar el ser todo, todos, o uno? No se, esa tendencia a disgregar siempre nos separa. Un nombre para cada cosa. Un lugar para cada nombre en la memoria.

Quizás el muro se derribe con el sonido de una palabra. Una voz celeste, una ligera vibración de los labios de la persona indicada, porque de buscar momentos indicados estoy un poco cansado.

Esperanza dijo...

No hay momentos indicados. Sólo caminos, sendas y un no estar nunca en ningún sitio, siempre en constante movimiento. Y a veces coincidimos.

Esperanza dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.