martes, 11 de septiembre de 2007

Adiós



Este es el fin de mi alivio.
Este es mi luto mojado,
es mi condena infinita.

Es el final de los días.
Es la muerte repetida.
Es escarcha en los zapatos.
Es, de ahora y para siempre,
temblar de frío.

Es el infierno a mi lado
a cada paso que escribo,
por cada nota que digo.

Es la tormenta, los gritos.
Es por favor de rodillas,
y mi paz, en la otra orilla.

Voy a olvidarme que existo,
voy a encontrar el motivo,
de durar lo que un suspiro.

jueves, 2 de agosto de 2007

...

No les ha pasado nunca, escribir sin mirar el papel, solamente las teclas una por una? Sin saber muy bien qué dice, qué va a decir, cuando levantemos la cabeza?
Así a veces es, cómo llevo los días.

lunes, 30 de julio de 2007

Me

Me descubro intespectiva.
Me reconozco sin límites.
No sé hasta dónde llegar.
Siento que me voy a estrellar,
antes de aprender a volar.

jueves, 12 de julio de 2007

Te conozco




Yo te conozco de antes.
De antes de conocerte.
Te tengo en la memoria,
hace miles de años.

Nunca supe tu nombre,
te recuerdo de siempre.
Unas cejas furiosas,
protegían tus ojos.

Me atraía la intriga,
que encerraba esa cara.
Fugaz desconocida,
que cruzaba a mi paso.

Una cara apacible,
que miraba a lo lejos.
Serena, iluminada,
como si nadie, nada,
lo estuviese corriendo.

Y supe que eras vos,
desde el primer momento.

miércoles, 11 de julio de 2007

Tengo los tacos embarrados de seguirte





Tengo los tacos embarrados de seguirte.
No me importó lo que hacías,
qué buscas, o lo que fuiste.
Tengo los tacos,
embarrados de seguirte.

Por un par de pistas falsas,
terminamos sin hablar.
Yo un día dejé de creerte,
y vos no me convenciste más.

No encuentro tu rastro hace meses.
No siento a lo lejos tu aroma.
Y ya no sé ni qué esperar.

Ya no recuerdo tu andar,
me cuesta horrores los pasos.
Y vos, tan adelante vas.

Tengo los tacos,
embarrados de seguirte.

Pero, me voy a revirar,
y antes de que te des vuelta,
no voy a seguirte más.

miércoles, 4 de julio de 2007

Fibra de piel

Necesito escribir sin saber ni siquiera a qué atenerme, sin saber distinguir entre escritura de lenguaje, de lengua y de habla, de invento y de real academia. Sólo palabras, mías y tuyas, de quien las lea.
Enmudecer para mí sería catástrofe, sería condena al infinito, y desear la muerte. Prohibirme las palabras sería mucho peor que morir. No jugar y catarsis, y así las teclas que sigan solas. Necesito seguir sin conocer el desenlace. No sé a dónde voy con las palabras.

Aunque siento que ellas me manejan a mí, me pronuncian y me llevan sin consultarme, me siento transportada, conducida hacia dónde. En un remolino de palabras sin sentido que lastiman o desprecian y no pasan desapercibidas. Y al fin de cuentas, quién soy?
Soy sólo esto, un ovillo de palabras mal aprendidas? O soy un poco más que no se anima a espiarse por el miedo a verse para adentro? El espejo me desnuda.
Es mejor así, seguir en las sombras, que esconden las heridas. Imborrables. Pero está bien, porque sino, para qué servirían las heridas, si fueran cicatrizables.
Aunque últimamente... en cada una de ellas me brota un líquido verde. Al menos renace, al menos no está podrido, para tirar. Ni maduro, para comer. Antes fue rojo, carmín, como debe ser, después negro y ahora de nuevo verde. Será que estoy renaciendo? Es clorofila que sale de mis venas? Es fibra de piel?

sábado, 23 de junio de 2007

Alacranes



Hay algo que no puedo descifrar.
Y sin embargo es mío, es propio, es necesario.

Hay alacranes rodeándome.
Con toda su naturaleza de alacrán.
Algo que ni ellos pueden gobernar.
Ya no depende de mí.
Me entrego al movimiento de los alacranes.
Qué es lo que alimenta esta desesperación?
Soy yo quien hago desaparecer.
Mi nombre me ha condenado a lo opuesto,
pero como soy fanática,
la desesperanza es desesperación,
desesperacionismo.

domingo, 10 de junio de 2007

Fan

“Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.”

Creo que me estoy volviendo fanática. Fanática? Es eso, las manías, la soledad. La lectura. La pregunta de siempre, quién quiere contestar?, dejen de preguntar.

sábado, 12 de mayo de 2007

Pequeños placeres


“Esto es droga pura”, pienso mientras espero que el té de frutillas llegue a la temperatura adecuada, y entre tanto voy abriendo paso a paso la envoltura. Primero el papel de arte, despegando las puntas para que no se rompa y llegar al de aluminio, que con su brillo, hace sentir que uno esta frente a un preciado y frágil tesoro. Lo voy descubriendo despacito para que no sufra ni un rasguño. Es toda una ceremonia abrir el paquete.
El chocolate es lo más rico del mundo, es realmente un tesoro, y una bendición haberlo descubierto. No sé por qué, pero cada vez que me llevo un pedazo a la boca, tarareo.

sábado, 7 de abril de 2007

Betty


Todos los días, salvo los lunes porque no iba, me encontraba con Betty. Ella era capaz de hablar de cualquier cosa durante un período de tiempo inestimable para el hombre común. Y para uno mismo cuando se disponía a prestarle atención.
Betty llevaba pintados tres pequeños corazones en la cara, que cada día se maquillaba: dos prolongando su ceja derecha y uno debajo de la boca, cerca de la comisura también derecha.
Tenía todas las edades, un cuerpo diminuto, uno ojos celestes envejecidos, pero no cansados; un pelo castaño larguísimo y una sonrisa que le abarcaba la cara completa.
No sé cómo empezó nuestra relación, una tarde, después de mi horario de trabajo, al pasar por su vereda me preguntó algo, no recuerdo bien de qué hablamos, podría haber sido de cualquier cosa, de las hojas de la calle, del viento que le molestaba tanto, del conflicto del agro o de las fabelas del Brasil. Siempre tenía tema para empezar una conversación y podía llegar con sus relatos a cualquier punta del planeta.
Ella decidió ocuparse de barrer la cuadra donde se encuentra la casa de sus padres, cerrada hace años, al igual que su disquería Oriente. Ahí guardaba incunables de todas las épocas que protegía celosamente de foráneos y curiosos. Nunca estaba abierta y no estaba en venta nada de lo que allí se encontraba.
Todos los días, al caer la tarde y después de terminar su tarea, se encerraba a leer. Se actualizaba con revistas que recolectaba, regaladas o encontradas “porque hay que hacer trabajar la cabeza, ¿sabés? Sino uno se atrofia, pierde lucidez”. Y entonces subrayaba, relacionaba y anotaba a los costados de cada párrafo alguna observación. Estudiaba.
Nadie sabía muy bien de qué vivía ni dónde, ni qué comía, si es que comía. Llevaba siempre puesta una camiseta blanca sobre la que vestía una camisa que era de su padre, también blanca y un chaleco indú. Unas calzas azules con medias de lana y zapatillas negras. Y en el cuello un pañuelo y un cartelito con su nombre. “Antes me encantaba la ropa y vestir siempre como la temporada lo indicaba. Pero me di cuenta que eso te apresa, uno no es libre, vive pendiente de lo que dicta la moda y de estar combinado, y yo soy libre de todo”, me dijo Betty, en una de las primeras charlas que tuvimos.
Siempre me dejaba cavilando toda la semana con sus historias, con sus conjeturas de conspiración.  Con su lucidez perdida de a ratos.
La recuerdo intacta con su sonrisa, su cara de niña, sus relatos, mezclando noticias del periódico con su propia historia, sus tristezas ocultas que se le escapaban. 

lunes, 2 de abril de 2007

La indecisión


Ahí fuera está feo, nublado, con viento, a punto de caer algo del cielo, o agua o sapos. Aunque el sol hizo fuerzas durante el mediodía por asomarse un poco. En breve: espantoso.
Y acá adentro, yo me encuentro... cómo decirlo, empantanada?, en uno de esos estados en que no da. Ni para salir ni para quedarse en casa, ni para el silencio ni para las palabras, ni la conversación con nadie (o con alguien). Es que ni sé qué música quiero escuchar, (algo extraño). Es la insatisfacción poderosa. Es estar enterrado hasta el cuello y decirle al salvador: ¿no tenés otra cuerda?
Me hice un té, y cuando terminé de prepararlo quise mate. Unté unas galletitas con manteca y miel, cuando en realidad me hubiera gustado algo salado! Armé el mate, en el preciso momento en que quería Coca Cola. Y hace al menos dos horas y media que estoy entre bañarme largo y tendido, o en pegarme un baño.
Es uno de esos días, en que imagino, planifico, ideo, hoy sí, hoy sí me pongo a pensar... lo que voy a hacer mañana.
Y no me sale nada de nada.
Hasta escribir cuesta.
Entonces miro por la ventana y ya quisiera yo que hubiera otro paisaje. Por querer otra cosa, no más.

domingo, 21 de enero de 2007

Si tuviera dos almas

Si tuviera dos almas,
si tuviera dos vidas.

Si tal vez, el destino
me aguardara dos veces.

Si tuviera dos cuerpos, dos credos,
dos mundos paralelos.

Si mi suerte tuviera, aunque sea, dos tiros,

pasaría contigo una vida,
más allá de brújula y tiempo.