sábado, 12 de mayo de 2007

Pequeños placeres


“Esto es droga pura”, pienso mientras espero que el té de frutillas llegue a la temperatura adecuada, y entre tanto voy abriendo paso a paso la envoltura. Primero el papel de arte, despegando las puntas para que no se rompa y llegar al de aluminio, que con su brillo, hace sentir que uno esta frente a un preciado y frágil tesoro. Lo voy descubriendo despacito para que no sufra ni un rasguño. Es toda una ceremonia abrir el paquete.
El chocolate es lo más rico del mundo, es realmente un tesoro, y una bendición haberlo descubierto. No sé por qué, pero cada vez que me llevo un pedazo a la boca, tarareo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El principio del placer, que le dicen.