jueves, 27 de octubre de 2005

Anhelos

2.
Hay días en que la ansiedad me camina, que aprieto el botón llamando el ascensor y antes de que llegue, bajé por las escaleras. No tolero esperar un solo instante, no sé qué es lo que espero pero esa sensación insoportable no me deja ni embarcarme en una conversación. Es que eso me haría perder el tiempo! No saludo, no hablo, no sonrío ni lloro.
Parece que corriera pero sólo soy yo la que en mí lo nota, nada se mueve en realidad, estoy inmóvil y calma y por dentro un remolino me fecunda un grito infame que se estrella en el lugar menos indicado. En la menos esperada de las caras. La de algún pobre tipo acomodador, barrendero, bancario.
En esos días ando por la vida de patadas a la puerta, no me miren ni me digan nada estoy en guerra conmigo, a quién le importa. Sólo imagino escándalo, escupir a una vieja o besar abruptamente a un desconocido en la vía pública. Risa, llanto, y carcajadas, no estoy loca, es el animal que llevo dentro, que no se comporta, que quiere escaparse, pero lo retengo.

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